miércoles, 25 de enero de 2012

La puta vida

Disparó asustando, disparó hiriendo, disparó matando...y cuando se dio cuenta de lo que había hecho sintió el miedo, el miedo de aquél que el arma ya no le protege, ya no le hace sentir seguro, sentir superior, porque descubrió que era un cobarde, que no tenía cojones para afrontar lo que había hecho. Miraba de un lado a otro atónito, viendo la muerte esparcida a cada rincón que dirigía la mirada, el dolor sembrado y reflejado en aquellas caras, en aquellas personas heridas que le devolvían miradas aterradas y nubladas por las lágrimas. No entendía qué había hecho, qué le había provocado a seguir el oscuro camino de la aflicción, el calvario y la muerte. Solo sabía que había sido él el autor de tal suceso. Observaba sus manos sin comprender cómo estas pudieron ejecutar sus órdenes. Estaban manchadas de sangre, se sentía sucio y se las intentaba limpiar en sus ropas de manera nerviosa pero esta se secaba rápido, quedándose pegada en sus manos al igual que en su conciencia. Empezaba a buscar maneras de huir, de salir de ahí, de ir lejos donde nadie jamás pudiera encontrarle. Pero allá donde fuera sería encontrado, allá donde se escondiera sería descubierto y allá donde huyese sería atrapado.
La puta vida, la vida que jamás comprendió y que jamás le comprendió a él. Esa vida que le hizo la existencia imposible en forma de violencia, en un medio en el que la única ley era la del más fuerte. Y esa no era la suya, era cobarde, un gallina, un cagueta, un miedica, un mierda que recibió palos y palos uno detrás de otro, sufriendo humillaciones una detrás de otra sin entender por qué, ¿por qué? Achantándolo cada vez más, dejándolo recluido en su propia mente allá donde nadie le pudiese hacer daño, donde estuviese a salvo. Solo quería sentir por una vez el poder del miedo, del terror y de la violencia que nunca consiguió tener, notar la adrenalina y sentirse grande, importante. Aquello le emborrachó, le embriagó de tal manera que no sabía lo que hacía. Vuelta a la cordura, a la realidad, se dio cuenta de las consecuencias, del resultado de algo que precisamente él llevaba odiando toda su vida, un lastre con el que nunca pudo, aquello que le destrozó por dentro y que él lo repitió pero de la manera más dura, cruenta y sobre todo, cobarde. Jamás podría ser otra cosa y ahora más que nunca, siempre seguiría siendo el mismo mierda. Lo pensó un instante...tendría que usar su pistola solo una vez más...

2 comentarios:

  1. Está genial Borja!
    ¿Sabes con qué puedes complementar este tipo de historias crudas? Con "El por qué de las cosas" de Quinn Monzó. Te va a molar
    genial. Que la frecuencia no disminuya!

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  2. Tú como las bibliotecas, tienes un libro para cada momento! Gracias! La frecuencia sigue ahí, todos los miércoles :)

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