miércoles, 25 de abril de 2012

Cruz de Dios 1ª Parte


El Teniente De La Riva se lo había dejado bastante claro, tenía que salir de la trinchera e ir directo a través de la zona de fuego hasta la siguiente que había excavada a 200 metros más adelante.
- Soldado de primera Cruz de Dios, tendrá que atravesar parte del campo de fuego para llegar a la siguiente trinchera y comprobar si existe enemigo alguno, y en caso de que así sea, ¡eliminarlo! – dijo con nerviosismo – recuerde que este tipo de acciones son las que pueden marcar una diferencia, hacer que la balanza se incline ligeramente hacia nuestro favor. Salga ahí, llegue hasta la trinchera, elimine al enemigo y conseguirá que avancemos en esta guerra, sabe que confío en usted porque sé que lo logrará. – se quedó callado fijando su mirada penetrante sobre sus ojos, una mirada de un hombre sin miedo que transmitía fuerza y seguridad sobre él, esperando a su aprobación.
El soldado de primera Cruz de Dios asintió con la cabeza, llenó sus pulmones de aire viciado con sabor a pólvora y salió de la zanja. Empezó a correr a través del campo de fuego notando como los proyectiles se empezaban a avivar conforme se iba acercando hacia la trinchera, unos cerca y otros más lejos. A mitad de camino empezó a notar como sus pulmones ardían por dentro cada vez que cogían aire, solo tenia en mente llegar hasta allí a través de la lluvia de disparos que iban de un lado a otro hasta que de repente, a la izquierda, hubo un sonido ensordecedor con tal fuerza que le desplazó hacia la derecha tirándole al suelo. Pronto se recuperó y echó a correr al ver que su objetivo estaba muy cerca cuando se tropezó con  un hoyo que había en el terreno cayendo de nuevo al suelo, y según se volvía a levantar, oyó un sonido metálico y notó un impacto en el casco que casi le tira al suelo, pero no le impidió llegar por fin hasta la trinchera donde se dejó caer con la bayoneta apuntando a un lado y a otro, hasta que se dio cuenta de que no había ningún enemigo a la vista. Suspiró descansando unos segundos y observó el proyectil que se había clavado en el casco. Empezó a cavilar que siempre el Teniente conseguía convencerle para hacer estas locuras, y al pararse a pensar se daba cuenta de las acciones suicidas que acababa haciendo. Pero en el fondo le gustaba. No sabía si era la adrenalina o el riesgo que le hacían sentir como si se tirase al vacío pero con más intensidad, ya que aquí podía morir en cualquier instante.
Al rato, llegaron más compañeros del pelotón y el Teniente De La Riva. Mientras el resto del pelotón revisaba la existencia de algún posible enemigo en la defensa, el Teniente se dirigió a Cruz de Dios:
- Muy bien soldado, le felicito porque ha hecho una acción de gran valor e importancia. Ahora descanse soldado. Esta noche tendrán una misión de gran relevancia. - Aseveró el Teniente...CONTINUARÁ 

1 comentario:

  1. Parece que escribes con una prosa lírica, tiene un ritmo al estilo de Edgar Allan Poe. Espero la segunda parte!

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