miércoles, 4 de abril de 2012

Estrellas


Era una noche increíble. Se contemplaban las estrellas con una claridad que pocas veces había visto. Brillaban con la luz de la vida que contenían y aquello se contagiaba, desprendían una cantidad de energía extraordinaria, tanto que se quedaban grabadas en la retina al admirarlas por un rato. Eran tantas que contarlas le podría llevar mil vidas. Ella solo pedía una, la que le querían quitar, la que le quedaba por vivir, la que le quedaba por disfrutar. El fin estaba cerca y solo quería pensar en la noche tan hermosa que le envolvía. Estaba en el patio y la podía observar en todo su apogeo. No quería mirar hacia abajo, estaría el rato que le quedaba encarando a aquella noche tan limpia, tan nítida. No quería volver la mirada hacia abajo por no ver el mundo que no entendía. Aquel mundo que decidía por ella, aquel mundo que le iba a robar la vida y que le estaba haciendo tanto daño. Le avisó con suficiente antelación, tiempo en el que mantuvo la esperanza, en la que mantuvo la luz, ambas aniquiladas después de la decisión. No culpaba a la humanidad, culpaba al mismo mundo que le había creado. Las injusticias y las crueldades, de las que se había dado cuenta que eran la base del orden social y natural, no tenían solución. Solo la sociedad podía cambiar, pero para eso era necesario gente que luchase con el corazón como pensamiento y valores morales justos como armas. Pero ella no lo vería. Le quedaba tan poco tiempo que solo quería observar las estrellas y el esplendor de su libertad en la oscuridad. Su último deseo, la liberación de la noche, el privilegio de saltar de estrella en estrella sin cadenas. Aquel momento se acabó, echó un último vistazo al cielo por el que la luz entraba a través de pequeños orificios, agarró los grilletes para no tropezarse y fue a sentarse junto a la muerte.

1 comentario:

  1. Me encanta como mezclas el carácter romántico que desprende con Lo gótico. Brillante como tus estrellas :)

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