miércoles, 21 de marzo de 2012

Lágrimas


El mar se movía de manera rítmica intentando llegar cada vez más lejos sobre la arena de la playa, con una retirada rápida para un embate mayor. El paso del agua borraba las huellas producidas a lo largo del día a la vez que mojaba los pies de un joven que estaba sentado sobre la arena. El sol aquella tarde se mostraba fuerte incidiendo sobre la cara del hombre que, junto con el viento, secaban las lágrimas resbaladizas de sus mejillas. Habían pasado tan solo unas horas desde que la mujer a la que quería con todo su ser hubiese partido. Un viaje con la certeza de un regreso sin día conocido. O por lo menos era lo que pensaba él. Estaba convencido de que ella volvería. La esperaría ahí el tiempo que fuese necesario, no se movería hasta volver a contemplar su belleza. La imagen que tenía de ella era su mayor tesoro y por eso no podía dejar de ver su mirada, su sonrisa, la alegría que siempre desprendía, no podía olvidarla.
Los días se empezaron a suceder, uno detrás de otro a cada cual más largo pasando a semanas, meses y años. Pero él seguía en el mismo sitio permaneciendo con la misma esperanza, de que ella volvería, que el primer día. Su imagen seguía siendo igual de nítida y de clara, no había perdido ningún detalle.
Los años parecían dilatarse en el tiempo con la espera pero este no paraba y los años pasados se iban acumulando. Su corazón albergaba los mismos sentimientos que antaño, esta vez teñidos por la añoranza pero igual de enérgicos a pesar de la ausencia de su motor principal. Solo miraba al horizonte esperando una señal que le indicara que estaba en lo cierto y que ella habría vuelto. Aquellos sentimientos tan fuertes se sustentaban con la idea de que ella sentía lo mismo que él y por eso estaba convencido de que volvería, porque ella también le necesitaba.
Después de tanto tiempo, después de tanta espera, su corazón latía desbocado al ver la figura de la mujer a la que amaba, corría y corría hacia ella porque quería tenerla a su lado, abrazarla y saber que ya no se volvería a ir. Cuando vio detenidamente su cara, su cuerpo, se quedó perplejo, confuso al igual que ella cuya cuyas facciones expresaban duda, indecisión hasta que ambos se dieron cuenta que sus reacciones habían sido recíprocas, momento en el que se fundieron en un abrazo. Se agarraban con fuerza, las lágrimas de alegría caían en la arena, notaban como ambos corazones latían con la potencia del sentimiento más puro que era el que les había guardado la misma juventud del primer día que se separaron. El amor les había concedido otra oportunidad.   

2 comentarios:

  1. Muy chulo, me encanta la descripción del inicio.
    ¿Esa mujer a qué sentimiento hace referencia?
    Ciao!

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