El museo tenía un aspecto
totalmente diferente a como se veía de día, la noche caía sobre el, salvo en
las zonas iluminadas por los focos estratégicamente situados para resaltar las
partes más majestuosas del edificio, así como para reconocer levemente su
silueta mostrando su gran volumetría.
La pinacoteca permanecía cerrada
durante la noche, pero él entró a través de la puerta de entrada, se identificó
y accedió al vestíbulo principal que era donde le esperaban.
Eran un par de hombres mayores,
los dos principales cargos en la dirección del museo, que solicitaban la ayuda
de un experto.
Se adentraron, pasado el
vestíbulo, a la sala principal donde se mostraban, ahora casi sin luz, las
obras más importantes. Era un espacio abierto, a modo de patio interior
techado, limitado por columnas que daban lugar a pequeñas galerías en ambas
plantas del edificio. En dichas galerías se distribuían parte de las colecciones
más importantes. En el centro, delante suyo, se mostraba curiosamente un diamante
rosa con un brillo casi mágico teniendo en cuenta la falta de luz. Refulgía de
una manera especial, proporcionando con reflejos cierta luz que repelía a la
oscuridad. Era un diamante cuya historia siempre estuvo vinculada al museo y
por eso se mostraba allí con todo su esplendor.
El encargo por parte de los
mandatarios era un problema de índole paranormal con el que no tendría demasiados
inconvenientes. Él era un experto en la materia, entre otras cosas porque él
tenía la capacidad de ver fantasmas, y el problema carecía de dificultad por lo
que le contaban. La existencia, por lo visto, de un fantasma que por las noches
merodeaba por el edificio. Según describían los pocos que lo sintieron, se
movía principalmente cerca de las obras de arte. Como si de una persona se
tratase contemplando las diferentes colecciones allí expuestas. El plan era
simple, se quedaría esta noche solo con el espíritu y con los cuadros para
conocer las razones de su permanencia. Sabiéndolas, solo tendría que pensar
como conseguir romper con el pasado del fantasma para que este se pudiese ir en
paz.
Explicado el objetivo de su
presencia allí, los directores abandonaron las instalaciones para permitir su
trabajo.
Como las anteriores veces en
estos casos, se puso a caminar despacio dando una vuelta completa alrededor del
diamante. Con esto se dejaría ver ante el fantasma en un espacio abierto para
crear cierta confianza con el. Después se introdujo en una de las galerías,
siempre despacio, sin movimientos bruscos, y continuó por ella hasta que
comenzó a distinguir una silueta blanca. Aquel era el fantasma, no cabía duda,
una forma difusa, blanquecina y traslúcida solo podía ser el. Se acercó y
observó como dicha silueta comenzaba a cobrar forma de lo que podría ser un
pintor de épocas antiguas. Debía ser un pintor por su paleta y su pincel, cada
uno en una mano, y la época no sabía localizarla con exactitud porque las
prendas que llevaba podían abarcar un periodo largo de tiempo...CONTINUARÁ
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