sábado, 11 de febrero de 2012

Arte Contemporáneo; 2ª Parte


Después del encuentro llegaba el momento de la comunicación. Cada fantasma se comunicaba de una forma diferente. Ninguno emitía ningún tipo de sonido pero tenían una característica concreta a través de la cual se expresaban. En este caso, el vehículo de la comunicación podría ser el pincel.
Así que se quedó parado viendo cómo el fantasma se acercaba a él, le rodeaba mientras lo observaba y se situaba cerca del cuadro más próximo. Se le quedó mirando un rato, tenía una mirada triste, un poco melancólica. Poco después comenzó a mojar su pincel en la paleta y se dispuso a pintar sobre el cuadro. Él se acerco despacio para observar si aquellos trazos significarían algo.
El cuadro original parecía que había perdido todo rastro de lo que fue, solo quedaba el marco y el lienzo sobre el que el fantasma lanzaba pinceladas con movimientos muy concretos y seguros, movimientos que daban a entender que estaba visualizando perfectamente lo que quería representar.
Poco a poco se fue distinguiendo lo que parecía el interior del museo actualmente, concretamente la zona en la que estaban situados los dos. Estaba oscuro pero se observaba el resplandor del diamante.
Cuando parecía que el fantasma consideró que había finalizado, se deslizó hacia atrás e hizo un gesto indicándole el cuadro. Era una señal para decirle que lo había acabado, así que él se acercó un poco más y efectivamente estaba en lo correcto, era una imagen de la parte de la galería en la que estaban, en la que aparecía una silueta y el brillo de la piedra preciosa. Él intuyó que era él. De repente, el fantasma se aproximó al cuadro y comenzó a pintar de nuevo, esta vez con más rapidez que la anterior pero con igual seguridad y certeza que antes. Él se apartó para permitir que volviera a retomar el cuadro.
Poco después, se volvió a apartar dejándose llevar por el aire y le hizo el mismo gesto que antes. Entonces él se acercó para observar y vio que la escena parecía igual, solo que en este caso el brillo del diamante no se apreciaba. Volvió a ver la misma silueta que antes en el mismo sitio. No estaba entendiendo el mensaje que el fantasma le estaba queriendo transmitir.
El espíritu volvió a la carga sobre el cuadro con sus nuevas pinceladas. Cada vez tardaba menos en la ejecución de las imágenes. Esta vez, al igual que las anteriores, se escurrió hacia atrás flotando. Él se acercó apresurado a ver la siguiente representación. En ese momento la luz existente disminuyó y se dio cuenta de que el brillo del diamante había desaparecido de la galería. Miró a los lados para asegurarse de que así era y después observó al fantasma. Continuaba con la misma expresión en la cara pero claro, al momento cayó en que los espíritus solo podían expresar el sentimiento que los mantenía atados al mundo terrenal. Este comenzó a restregar su pincel sobre la paleta mientras se acercaba de nuevo al cuadro comenzando otra imagen. Esta vez iba muy rápido pero siempre seguro de lo que pintaba. Cada imagen parecía verla con mucha nitidez mientras la realizaba.
Según acabó, se volvió a retirar suspendido en el aire. Él se precipitó para ver la nueva imagen. Esta vez el cuadro no parecía haber cambiado en nada. El brillo del diamante seguía sin aparecer. Aunque según se fue fijando observó a la primera silueta de las imágenes anteriores y le pareció discernir a otra silueta. Parecía que había dibujado a ambos pero seguía sin comprender el sentido de todo esto.
Miró al fantasma y le hizo un gesto de incomprensión. El espíritu le observó y volvió a mover su pincel sobre el lienzo con una rapidez extraordinaria. La nueva imagen estaba lista. Él se acercó de nuevo y observó que la representación volvía a ser la misma, con la diferencia de que la segunda silueta estaba más cerca de la primera. Se quedó pensando. No entendía. Él y el fantasma. No lo relacionaba. De repente, notó cómo unas manos le agarraban el cuello y empezaban a apretar fuerte. Él intentó aflojarlas pero tenían mucha fuerza. No podía respirar, parecía que le iba a estallar la cabeza de la presión. Veía al fantasma inmóvil observando. Totalmente insensible al acontecimiento. Poco a poco notaba como las fuerzas le abandonaban de las extremidades y la vista se le nublaba hasta que la negrura le invadió. Empezaron a pasar por su mente las imágenes dibujadas por el fantasma una detrás de otra, una y otra vez. En ese momento se dio cuenta de que los fantasmas eran invisibles.
                                                                              FIN 

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